La zorrupia
Bruno Marcos
Andan los personajes del blog despendolados, perdidos, extraviados en todos sus anhelos que el verano levanta. Añoro los primeros días del estío cuando se cruzaban, sin saberlo, en un espacio pequeño 6 o 7: el cantinero, el librero ogro, un leteo, blisset, yo, ella, o cualquier otro...
Me cuentan que Larsen y Palmario se cruzaron por las calles de un pueblo saludándose con gesto rural y ritual de leve levantamiento de cabeza o cara, mientras este último perseguía, no sé si en un loable intento por conjugar arte contemporáneo y ruralismo, cámara en mano, a un dulzainero ambulante.
Algunos vuelven escupidos por su propio impulso evasivo como mi hermano, según dicen, a punto de perecer a lomos de un camello dentro de una tormenta de arena, solo, en la nube, gritando el nombre de su mujer y su hija sin recibir respuesta, tan sólo arena en la lengua.
Empiezo a coger manía al verano, esa excusa para poner tiempo y espacio de por medio.
Se lo contaba a Larsen en un mensaje, el destino por fin quiere poner espacio y tiempo de por medio de mí mismo. Me tendré que ir el próximo curso. Un tanto soñador e ingenuo yo fantaseaba con conseguir una casita recoleta en algún paraje natural e ignoto para poder, con la obligación, fundirme con la naturaleza y llevar alguna temporada a mi bebé y, en medio de la noche, salir al paraje y enseñarle el niño a la luna. Pero me temo que ante lo prosaico de la prosa del mundo me meteré en un apartamentito lo más urbanita posible.
Contestaba Larsen acompañando la misiva de la fotografía de arriba:
-Tu vena romántica sale a la hora de escoger tu casita en el exilio, qué ternura, se nota que la cuenta atrás ya ha empezado, te va a cambiar todo: la forma de ver la vida. Si quieres, antes del Sábado, podemos quedar en una rama para que me cuentes tu aventura migratoria porque veo que por el blog no va a asomar, en tal caso la versión más edulcorada.(...) tus discípulos intentaremos que la llama de amor viva, tu inmortalidad, no se apagué. Un saludo, pájaro.
Larsen, que no cree en el olvido mientras el cuervo siga en su rama.
-Ni que decir tiene, Larsen, -le respondía yo- que estás muy loco y que me es imposible, como otras veces, responder a tan abigarrado racimo de intraliteratura que hay en tus epístolas, no obstante objetarte que, ya puesto en el nicho, hubieras adoptado pose más de fiambre y no de zorrupia sonriente con tus canillas peludas abiertas que pareciera estuvieras esperando al mismísimo belcebú para que te fecundase con su miembro de hielo.
2 Comments:
Hoy definitivamente has enterrado a Larsen.Descanse en paz
no desaprovechas nada, de unos correos te hacen un artículo.
Como diría mi abuela :que apañadin es este mozo
Publicar un comentario
<< Home